Cada 23 de abril el mundo celebra el Día Internacional del Libro, una fecha que conmemora a grandes autores como Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega, quienes fallecieron en esta jornada. Pero más allá del homenaje literario, este día representa una oportunidad para reflexionar: ¿cómo resiste el libro tradicional en tiempos de digitalización extrema?
Del papel a la pantalla

Con la irrupción de los ebooks, las plataformas de lectura digital y el consumo fugaz de contenidos en redes sociales, muchos pensaron que el libro impreso estaba destinado a desaparecer. Sin embargo, el tiempo demostró lo contrario: el libro físico sigue vivo, y más fuerte de lo que se pensaba.
Según un informe de la Federación Internacional de Editores, la venta de libros físicos sigue superando a la de ebooks en la mayoría de los países, y en contextos post-pandémicos se ha visto un renovado interés por la lectura tangible, aquella que se disfruta con los cinco sentidos.

Lo que ofrece un libro que una pantalla no
- La experiencia sensorial: el olor del papel, el paso de las páginas, la textura.
- La desconexión consciente: leer un libro físico permite alejarse de las distracciones del celular.
- El valor emocional: un libro regalado, heredado o dedicado tiene un peso simbólico irremplazable.
Nuevas formas de leer
Aunque el papel no desaparece, el ecosistema del libro se amplió. Audiolibros, plataformas de suscripción como Storytel o Kindle Unlimited, clubes de lectura online y booktubers abren caminos alternativos para nuevos lectores.
El desafío actual

El libro no compite solo contra las pantallas, sino contra el tiempo, la inmediatez y la falta de atención. Leer un libro es, hoy más que nunca, una práctica de resistencia y conexión humana profunda.
En este 2025, el lema de la UNESCO para el Día del Libro es:
“Leer nos une. Leer nos transforma.”
Porque cuando leemos, el mundo se vuelve un poco más amplio, más diverso y más nuestro.
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