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EXISTE UN FENÓMENO LLAMADO “TIMIDEZ DE LA COPA”: QUE HACE QUE LAS COPAS DE LOS ÁRBOLES NO SE TOQUEN

Basta con mirar hacia arriba, bajo la sombra de un bosque, para notar un fenómeno tan bello como enigmático: las copas de los árboles parecen evitar tocarse entre sí, formando delgados surcos de luz azul en el cielo.
Aunque parece una ilusión óptica o una metáfora poética, la ciencia tiene una explicación, y este fenómeno tiene nombre: “timidez”.

La llamada timidez de las copas —o canopy disengagement en inglés— describe la forma en que ciertos árboles mantienen una distancia natural entre sus ramas, generando patrones visuales únicos y casi surrealistas.
Durante décadas, este comportamiento intrigó a científicos y fotógrafos, que lo describen como una suerte de educación vegetal: árboles que, aun creciendo hombro con hombro, respetan el espacio del otro.

Las teorías sobre por qué ocurre son diversas:
Una de las más antiguas sugiere que las ramas que se tocan entre sí se dañan con el viento o las tormentas, lo que termina frenando su crecimiento en las zonas de contacto. Así, el espacio vacío no sería deliberado, sino el resultado de una “fricción natural” constante.

El botánico australiano Maxwell Ralph Jacobs, en su obra Growth habits of the Eucalypts, propuso justamente esta explicación: el roce repetido entre las ramas limita el desarrollo de sus tejidos, generando esos huecos que dejan ver el cielo.

LA HIPÓTESIS DE LA LUZ

Otra corriente científica propone una visión más sofisticada: los árboles serían capaces de “detectar” a sus vecinos y ajustar su crecimiento para competir por la luz solar.
Gracias a fotorreceptores llamados fitocromos, las plantas perciben la cantidad y calidad de luz disponible y orientan sus ramas hacia los espacios más luminosos, evitando las zonas de sombra generadas por otros ejemplares.

En otras palabras, la “timidez” sería una estrategia de supervivencia: un reparto natural y casi democrático de la luz del sol.

El resultado es una coreografía perfecta: árboles que crecen cerca, pero nunca se tocan; copas que se separan apenas unos centímetros, dibujando sobre el cielo líneas de luz que parecen obra de un artista.
Algunos investigadores incluso sugieren que este fenómeno ayuda a prevenir la propagación de enfermedades o plagas, ya que el espacio entre las ramas dificulta el contagio.

Aunque el estudio del fenómeno aún está en desarrollo, la “timidez de las copas” sigue fascinando tanto a la ciencia como al arte.
Más allá de las teorías, lo cierto es que la naturaleza demuestra una vez más su inteligencia silenciosa, capaz de crear equilibrio, belleza y cooperación en lo más alto de los bosques.

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